Woman in White Dress Shirt Leaning on Table With Flower Vase

Llegar a ser.

Ya no se que soy. No sé que sucederá en el futuro. Nunca lo he sabido pero antes al menos creía que lo sabía un poco.

Me da algo de rabia, no sé si he cultivado una visión o si realmente estoy viendo cosas reales.

Y en lo que veo, veo falta de sentido, o imposición arbitraria de sentido a las cosas que de por sí no lo tienen. Solo me queda lo que tengo ahora. No tengo nada del futuro.

Y peor aún, lo que tengo ahora probablemente cambie fuera de mi control. Afortunadamente, y desafortunadamente, lo que soy, lo que tengo, ni lo soy ni lo tengo. ¿Sobre qué piso puedo caminar? Y sin embargo camino, porque no hay más que movimiento.

No veo Dios, ni salvador.

Igual al bicho de dos milímetros que maté casual, igual a los animales que por instinto sienten, sufren sin sufrir, así siento la paz.

La paz en rendirme, en hundirme en lo que impermanentemente ahora soy.

En mis faltas, de las cuales no tengo leyes que garanticen mejorar, en mis virtudes de las cuales no tengo evidencia de reproducibilidad. Y que si en realidad las veo, no las puedo encontrar, más que como narración en mi pensamiento.

Por qué? Por qué mientras escribo esto me siento en mi hogar, y porque está tan lejos de los valores que pregonan en ese circo que llaman sociedad.

Parece que escribo cosas peligrosas, y quizá lo son, la muerte las permea. Y de verdad no quiero que nadie se haga daño, ni física ni emocionalmente, ni dañarme a mi mismo ni a los demás.

Pero por qué, el contenido del pensamiento, que es la herencia de lo respetable en el mundo acordado humano, se siente tan artificial. Y abandonarlo, se siente, un poco demoniaco y rebelde, sin embargo se siente como encontrar al fin, lo que sí necesité.

Y la carne cruda de mi cuerpo, la evidencia de morir se siente tan cerca y asombrosamente, tan en paz. Cómo que por fin puedo ser lo que soy.

Quizá porque se acaban poco a poco, todas las demandas, todas las deudas.

«Llegar a ser», es romper la única realidad que hay, la presente. Y mientras «llegamos a ser» no somos ni lo que somos ni lo que seremos. Es parecido a mentir, mentir con olvidar que es mentira, pero desgraciadamente, es no disfrutar, ajá disfrutar, de lo único que hay.